lunes

"Dolores del alma"


Hace ya bastante tiempo que la psicología clínica descubrió que no podemos controlar nuestros pensamientos, especialmente los que nos perturban y nos hacen sentir mal.
Es curioso cómo aprendemos desde pequeños a huir de los pensamientos dolorosos, intentamos evitarlos y enfrascados en esa lucha podemos quedarnos atascados y sin salida.
Nuestra cultura nos enseña que todo lo que nos hace sufrir debe desaparecer, olvidando que la moneda que pagamos por vivir es el sufrimiento. Pero hay una buena noticia, aún así podemos seguir con nuestras vidas y llegar al puerto en el que queramos atracar, y esa es la gran lección, no evites los sentimientos dolorosos porque será imposible (lo mismo que es imposible no pensar en un limón cuando alguien te lo dice ¿verdad?) pero tampoco dejes de lado tus metas en la vida. Ambas cosas no son incompatibles.
Desgraciadamente, muchas personas dejan sus valores para intentar evitar los sentimientos que les están haciendo tener dolor y no sólo no lo consiguen sino que además el sufrimiento se hace dueño de sus vidas y termina por anularlas.
Y he aquí lo que yo creo es la lección más importante que podemos dar a nuestros hijos: la vida es también sufrir, pasarlo mal, sentirse desgraciado pero no debemos dejar que cuando nos encontremos así las cosas que queremos hacer en la vida como ser buenos padres, parejas o desempeñar nuestras profesiones pasen a un segundo plano e incluso se difuminen.
Hay un pequeño ejercicio muy trágico lo reconozco, pero muy efectivo para saber sis hemos caído ya o no en esa espiral. Se llama "el epitafio". Hay que pensar en que dirían de nosotros la gente que nos importa si nos muriésemos ahora mismo. Dirían ¿qué suerte he tenido de conocerlo? ¿Ha sido un gran compañero? ¿No he podido tener mejor padre?
O pensarían: "Lo intentó, pero sus problemas no le dejaron ser mejor padre". "Sufría tanto que no tenía fuerzas para nada más". "Nunca lo llegamos a conocer del todo, estaba absorto en sus problemas"
Piénsenlo.
Foto Memo Vázquez.