jueves

Camarero,la cuenta.


Revisen las cuentas. Para eso se piden. Para que no te lleves sorpresas.
Reconozco que antes no lo hacía. Miraba la cifra final y pagaba. O me decía el frutero lo que debía pagar y le pagaba. No revisaba ni el cambio. Y, creedme, merece la pena perder un minuto o varios segundos en ello.
En feria o en verano, el peligro es mayor. No digo que todos lo hagan, eso no es cierto. Pero cuando vas de "parranda" o junto a mucha gente, a nadie se le ocurre mirar la cuenta. Parece muy grosero hacerlo.
Hace unos días estábamos en una playa. No es la que voy siempre. Pero ya que estábamos, cogimos el coche y nos fuimos más lejos. Vamos con niños. Así que llegamos prontito a la playa y al ver un restaurante-chiringuito decidimos reservar sitio para la hora de comer. Hay dos turnos para comer. Uno a las 14 horas y otro a las 15:30. Como vamos con críos, pedimos el primer turno. Todo se sirvió rápido, pero sin agobios. Eso lo entiendo. Pues detrás tuyo va el otro turno. Antes de pedir la cuenta, pedimos un café. Nos dicen que no hay. Y nosotros viendo la máquina de café. Al camarero no le queda más remedio que decir que al primer turno no se sirve café. Que al segundo sí. Eso no me gustó nada. Yo sin café puedo convertirme en una zombie. Nada, hijo. Trae la cuenta. Uno de mis acompañantes mira el número que da la cuenta y calcula entre dos (íbamos dos familias). Se disponen a sacar el dinero mientras yo reviso la cuenta. Y me doy cuenta que nos han cobrado dos raciones de gambas invisibles que valen 15 euros cada una. Se lo decimos al camarero y ni se disculpa ni nada. En diez segundos viene con otra cuenta, con la verdadera que nos vale 30 euros menos...
Así que salí de allí sin café y completamente alucinada de que estas cosas ocurran. Presuntamente pasaría sin querer...jejeje.
Foto del Flickr. Autor: cinefilo.