lunes

Tengo hambre


La vida con mis hijos está llena de ciclos. Cuando empieza uno nuevo lo notas. Por ejemplo cuando ya no usan pañales. O cuando te pueden hablar y explicar lo que quieren o lo que no. Cuando ya no les tienes que ayudar a limpiar el culo...
Con cierta sorpresa e incredulidad estoy empezando a vivir uno nuevo. Ese donde cuando todavía no has terminado de recoger la cocina de las cosas del almuerzo y ya están los niños empezando a hacerse la merienda. O cuando llegas de la calle y sin venir a cuento (faltando aún tiempo para la cena) te preguntan a dúo:"¿Qué vamos a cenarrr?". El otro día fuimos a casa de mi madre a almorzar. Mi madre es una excelente cocinera. Ellos son unos excelentes comensales. Se comieron, entre los dos, una gran ensalada. Berza con pringá. Mojando sopones de pan en el plato. Cuando creíamos que los niños no iban a comer más mi madre pregunta si quieren helado. Ojalá os pudiera explicar el efecto que tanta lechuga y tanta berza con pringá junto a una barra de pan hizo a mis hijos. No pestañeaban. No se podían mover. Una especie de sopor los dejó narcotizados. Cuando mi madre preguntó lo del helado...yo me reí. Si estos no pueden ni moverse. ¿Cómo van a querer helado?. Sí, se comieron dos cada uno. Algún día os contaré cómo su padre y yo nos hemos dado cuenta que necesitamos dos carros de la compra en vez de uno y que cada vez dura menos en la nevera y en la alacena. Algún día. Ahora os dejo, mi hija no para de pasar disimuladamente por aquí, por si termino ya y le hago la cena.