viernes

¿Con quién me voy?


Nunca me he quejado de mi vida. Me educaron para ser feliz, eso sí, con un poco de disciplina. Papa trabajaba mucho cuando yo era pequeña. Y mamá se dedicaba a cuidarme por los dos. Los fines de semana eran geniales. Estábamos los tres juntos y hacíamos lo que mejor se nos daba: querernos.
Cuando hay una separación entre dos personas todo cambia para siempre. A partir de entonces la vida continua y debe hacerlo de diferente manera porque las circunstancias te obligan a ello. Se dividen entre dos toda una vida: la casa, los bienes, el cariño de los amigos, si tienes hijos hay que compartir custodia. Pero nunca había pensado en lo siguiente: cuando hay una mascota y la quieren los dos. Yo...soy la mascota.
Es duro luchar en momentos tan tristes: yo los quiero por igual. Pero ellos...ya ni se respetan.