sábado

Consumismo


En donde vivo, se está construyendo un mega -macro-inmenso centro comercial (otro más) que tiene la friolera de 150000 metros cuadrados. Y no es que en Jerez estemos falto de esto, hay dos Carrefour, un Hipercor, otro complejo llamado Área Sur al lado del nuevo que se va a abrir en unos días, y hace poco se inauguró un Ikea. Toda esta bestialidad, además de acabar con el comercio tradicional, cambia nuestros hábitos de vida ya que poco a poco hace que el ocio y el placer se identifiquen cada vez más con una palabra, comprar.
La felicidad es entonces sinónimo de acaparar, gastar rápido y acumular objetos en las casas. ¿Recuerdan cuando en los cuartos infantiles los juguetes pasaban de unos hermanos a otros y resisitían hasta la adultez dignamente? Ahora, en los cuartos de los niños hay que hacer limpieza cada año para dejar paso a los juguetes de la nueva temporada.
Pero todo esto, en mi opinión, no hace más que frustrarnos porque estamos sometidos a la ansiedad constante de tener algo nuevo, con lo que la paradoja de ser feliz comprando no es cierta.
Tiene gracia, pero esta reflexión me la suscitado la iluminación navideña en los centros comerciales ya instalada en el mes de octubre.
La foto (Flickr) es de Abraham P V