martes

Reflexiones


Cuando uno es pequeño ve las cosas de otra manera. El paso de los meses se convierten para tí en años y no ves el momento de llegar a ser mayor. Un curso académico se hace eternamente largo. Los zapatos "Gorila" que tu madre te compró tan horrorosos no se gastan nunca. La felicidad que te aborda al comprobar que tu pie ha crecido y no te sirven dura poco ya que con horror compruebas que te están buenos los de tu hermana mayor. Te apetece ser eso, mayor, para ponerte tacón, poder pintarte los ojos y labios, llevar la blusa más ajustada, llevar minifalda, que las monjas dejen que entren los niños en la fiesta de fin de curso...
Cuando te das cuenta que el paso de los años es rápido ya eres mayor. Te das cuenta que si en un Rastro ves unos zapatos Gorilas antiguos te entra la morriña y la pena de lo injusta que fuiste con tu madre(ya han durado los Gorilas,mamá). Tus piernas huyen de los tacones altos, te apetece algo más cómodo. Tu cara está mejor sin tanto maquillaje y la manera de ver la moda para ti ha cambiado.
Lo que no cambia es cuando en algún momento vuelves a sentirte niña. Cuando miras a tu hija y observas la niña que fuiste. Las mismas cosas, nada cambia, todo son deseos...que tarde o temprano llegan.
Foto hecha por Agata: un suelo de Cascais.