viernes

Metro: porción de pánico


Confieso, como Satie, que tengo pánico a volar. Yo, lo disimulo peor.
El pánico puede apoderarse de nosotros cuando no tenemos las riendas de algo.
Lo mismo nos puede pasar cuando nos subimos en el Metro, algo muy cotidiano en ciertas ciudades. Algo que es más habitual que volar para algunas personas.
Parense a pensar: nos montamos en una máquina que no controlamos, que está atestada de gente diversa que va cambiando de parada o vagón, que puede llevar armas ya que no pasan un control como en los aeropuertos...
Dicha máquina acelera enormemente en poco tiempo. Alcanza una velocidad y en cuestión de segundos debe ir frenando para hacer las paradas. Así una y otra vez multiplicando las probabilidades de desastre.
Estás bajo tierra constantemente. Alguien se puede tirar a las vías o ser tirados en ella, pudiendo provocar un accidente...
En fin. A mí no me gusta volar. Pero el Metro me encanta.
¿A ti no?
Os presento a Metronomy, un descubrimiento.