miércoles

Los (perdidos) centros históricos de las grandes ciudades

Si uno pasea por alguna capital europea tendrá la sensación de que da igual por la que vayas, todas tienen el mismo tufillo a parque temático dedicado al turismo ensalzando sus estereotipos más típicos. Me pasa en Madrid, donde andar por la Puerta del Sol, Lavapiés, Santa Ana etc, no te hace sentir que andas por un barrio con vida propia. Es como si tuviera una vida postiza, falsamente impostada. Ya no se encuentran a los viejos en las plazas que vivieron ese barrio en la postguerra, que jugaron de pequeños encima de los bancos o a las canicas. No hay jóvenes excepto los guiris y niños comenius que ahorran para coger su cogorza findesemanil. Pasa en París, o en Londres o incluso en Sevilla, los centros han dejado de tener comercio tradicional, todo son Zaras, Inditex y Mc Donalds. Lo único que pretende identificar a la ciudad es tan exagerado que no resulta verosímil, para que el turista tenga claro que eso es Madrid castizo, o el Paris bohemio o el Londres victoriano. Y todo resulta entonces falso, sospechosamente igual a lo que encuentras en otras ciudades aunque cambiando las vestiduras.

Menos mal, que si uno se aleja de lo manido, aún puede encontrar esa tasca que todavía no sale en tripadvisor, o esa mercería que está escondida en un portal, o ese edificio que resistió el empuje de las grandes cadenas. Y parece que conectara con lo que latía en el corazón orgulloso de sus habitantes, que aún maltrecho todavía vive. Desgraciadamente, cada vez es más difícil de descubrir.