lunes

La reserva (I)

Me desperté en una camilla sin saber muy bien lo que había ocurrido. Mi cuerpo no era capaz de asimilar la forma en la que unas horas antes me bañaba en la playa y en ese momento unas correas sujetaban mis extremidades para que no pudiera moverme. La habitación en semioscuridad, tenía otra camilla vacía en el otro lado. Olía a medicamentos y las probabilidades de encontrarme en un hospital eran absolutas.
¿Estaba enfermo? ¿Habría tenido un infarto? Con veintitrés años cumplidos hacía sólo unas semanas me parecía poco probable. ¿Quizás un ataque de epilepsia con la subsiguiente amnesia? Pero yo no había olvidado nada significativo sobre mi vida (o eso creía). Entonces ¿qué cojones hacía atado a esa puta camilla?¿Y mi familia? ¿Y mi novia? Estaban conmigo en la playa, ¿estarían en la sala de espera? Seguro que algo muy grave estaba pasando, pero ¿por qué a mí?
Alguien entraba, pero no podía levantar la cabeza para mirar a ver quién era.


(Sigue un día de estos)

3 comentarios:

Alfonso Saborido dijo...

Qué pesadilla jj

QQ dijo...

Va bien, qué mal rollito... ¿Sabes cómo acaba? ¿o eres acaso de esos que de repente le pican los dedos y tienen que escribir para quitarse el picor?

Nacho Rodríguez dijo...

No, sí que lo sé.