miércoles

Al abogado de Strauss-Kahn

Estimado señor: Ni que decir tiene que con esta misiva no intento poner en duda su capacidad como jurista. A buen seguro, su notable experiencia y sus sobradas dotes de abogado habrán quedado bien contrastadas en múltiples pleitos. A buen seguro, la minuta que su representado abonará no será ni mucho menos reducida, más bien dará fe de la fama que disfruta en su gremio. Ahora bien, como persona, como hombre, demuestra una gran incapacidad porque me resulta del todo inconcebible que no sea capaz de distinguir a una meretriz de lo que usted llama "una mujer con clase", sobre todo cuando están sin ropa. Una prostituta desnuda lleva escrita en su frente la frase, "disfruto con mi trabajo, soy una zorra porque me gusta". Una señora con clase se ve a la legua que ha nacido para procrear y para hacer feliz al varón. ¿Dónde va a parar? Quizás sea poque usted es francés, porque en España sabemos muy bien lo que es "una guarra" y lo que es "misanta". Hasta un adolescente sabe que una buena madre de familia jamás va a hacer determinadas cosas. Para eso están las putas. Así que si su defendido no sabe distinguir entre una señora del oficio y una mujer honesta, bien merecido tendrá el castigo que su señoría decida imponerle. P.D. Cuando tenga un huequecito, pásese por alguno de los millares de clubes que tenemos en España cerca de los polígonos industriales, seguro que muchos hombres respetables tendrán la deferencia de informarle más detalladamente.